Dos Palabras .

-Te quiero.
-...
-Mucho
-...
-Tù no me crees.
-Sì te creo.
-Te pone todo nervioso que te diga que te quiero.
-No, para nada.
-Sì, un poco. Mira, apenas lo digo tomas el vaso.
-Bueno, sì, me pone un poco nervioso.
-¿Por què te pone nervioso?
-No sè... Me da miedo no ser capaz de corresponder a ese cariño.
-¿Còmo?
-Eso. No me pidas que lo repita.
-Es que no entiendo. Repìtemelo.
-Me da miedo no ser capaz de corresponder a ese cariño.
-A mi cariño.
-A tu cariño.
-Yo creo que no te gusta que te comprometa. Cuando yo te digo que te quiero, te comprometo. Por eso tù nunca me lo dices.
-¿Nunca te lo he dicho? Sì te lo he dicho. ¿No?... Sì te lo he dicho.
-Sì (sonrìe).
-¿Ves? (mira por la ventana hacia afuera)
-Yo era antes igual que tù. Con Felipe me pasè un año y medio reprimièndome, y despuès me di cuenta que me hacìa mal. El nunca me dijo algo y recièn ahora se dio cuenta, pero ya es demasiado tarde. Ya no saca nada.
-¿Me quieres decir que si yo no te digo nada me vas a dejar?
-Nada de eso. No te estoy chantajeando sentimentalmente. Sòlo te digo que hace mal guardarse las cosas.
-Pero yo no creo que tenga problemas para expresar emociones. No soy un tipo especialmente introvertido. Me refiero a que te puedo expresar mi cariño de otras maneras, sin tener que decirlo necesariamente.
-A las mujeres nos gusta que nos digan cosas. A mì, por lo menos, me gusta que me digas que soy bonita, que me veo bien... que soy exquisita.
-Bueno, yo sòlo tengo problemas con esas dos palabras. Creo que es muy fàcil usarlas para mentir. Tù sabes que soy muy escèptico.
-Yo creo que el escepticismo en las relaciones amorosas es sòlo miedo. Miedo a fracasar.
-¿No creer en las relaciones es tener miedo? No sè. No estoy muy de acuerdo.
-Si no crees en las relaciones, entonces ¿por què estàs conmigo?
-Una parte de mì cree y la otra no cree.
-Eso es miedo (lo mira a los ojos).
-No lo creo (mira por la ventana hacia fuera).